URANO Y PLUTÓN: DESDE CASA A LAS GUERRAS


En muchos artículos ya pubicados, he explicado que la actual tensión entre Urano y Plutón, genera fuertes movimientos sociales, rupturas con una forma de ejercer poder, rebelión, fuegos imprevistos que se encienden tanto en los físico, -quemando hectáreas-, como en lo anímico, abriendo guerras con balas, inundando o causando catástrofes de gran magnitud y moviendo grandes masas de energía de todo tipo, incluso de gente.

Como producto de este contacto pluto-uraniano, al poder oculto, vejatorio y abusivo de Plutón, se le contrapone desde el costado más humanitario de Urano, hasta el más violento del mismo dios que lo único que detesta, es estar bajo control.   Allí donde está Urano, algo se revela y se rebela, se pone de pié y decide su dirección al estilo Aries, por ejemplo abriendo las puertas de sus casas a refugiados antes que los gobiernos, como también aparece en forma de guerrillero asesino defendiendo lo que para él es justo, incluso aunque eso que él ve justo, sea lo más injusto del mundo.

No hay más que mirar lo que sucede en tantos lugares del globo como para comprobar una y otra vez que la astrología, -siempre que no se la quiera endulzar con tanta trascendencia que jamás se alcanza sin dolor, trabajo o escollos-,  están vigentes a diario y aunque no exploten bombas en la puerta de casa.

Ud. y yo somos parte de un mundo en el que algunas fronteras, prohibiciones, límites y formas de ejercer el poder, empiezan por lo menos a cuestionarse, como así también a reformularse lo que es la libertad.  Hay muchas cosas, conceptos, lugares, personas  que están muriendo como metáfora de algo que cambia en la psique colectiva. Si lográsemos ver que no somos ángeles, que en cada uno de nosotros hay mucha perversidad, odio y sed de venganza contra otros, que no son pocos los que desean desquitarse de una realidad injusta y que si no fuera por lo que ha aprendido del mal, mataría a sangre fría por hartazgo e injusticia, quizá empecemos a comprender que la sombra colectiva se nos está viniendo encima para que hagamos algo con ella.

De seguir viéndola solo en la vereda de enfrente, -en el político de enfrente, en el país de enfrente, en el hambre de enfrente-, no habrá modo de que dejemos de escuchar, mientras dure este contacto y deje sus temibles semillas, que una niña fué violada por su padre, que un santo mató a un inocente, que un asesino está en libertad y que un ser libre está preso en una casa con rejas y puertas blindadas, en un barrio cerrado o en un country en donde la muerte, tampoco deja de aparecer con cuchillo y sin distinción de clase social.

Si tuviera que decir algo para sintetizar lo que Urano y Plutón nos dejan, es un aprendizaje doloroso acerca de la ley y su falta, la ley y su abuso, la libertad y su falta, la libertad y su abuso. Fíjese que ya en muchas cosas no esperamos a que la "ley" o autoridad nos habilite. Practicamos por mano propia muchas de las cosas que antes no se nos ocurriría practicar, estando el mejor ejemplo, -el más visible o cotidiano en tanta búsqueda diaria-, en los hijos: ya no piden permiso para hacer una salida, se escapan.

La autoridad falla, la educación falla, la manera de poner límites (ejercer el poder), falla. Y entonces se nos muestra el resultado: ese escape se transforma muchas veces en tragedia: Plutón espera a la vuelta y devuelve una violación, una desaparición, un túnel donde ya no hay retorno. Que padre ante esto no sentiría sed de venganza?. Quien podría quedarse llorando sin querer rodear el cuello del violador hasta verlo morir?.  Y es así como el círculo se abre y se recrea en forma "casera". De lo más pequeño a lo más grande, habrá que ver que es lo que ya no va más.

Y seguramente lo que no va más es negar no solo nuestro lado oscuro, nuestra impericia, nuestra dormidera, sino reconocer que no existen buenos de un lado y malos del otro, porque somos buenos y malos según las circunstancias y eso, en el mejor de los casos, nos conducirá a ir un poco más allá de la nariz para no vivir adjudicando culpas solo a la vereda de enfrente. Es mucho más fácil hallar solución cuando  nos reconocemos no solo como seres de luz, sino como seres de sombra. Quien reconoce en sí su oscuridad, puede llegar a una mayor comprensión que sirva de camino no para eliminarla, pero sí para arrojar luz. A nuestro lado indómito y siniestro no se le puede tratar a los palos, porque lo único que se hace con un palo en la oscuridad, es romper la única bombilla que quizá en algún momento, podríamos haber encontrado.

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