EL INGRESO DE VENUS AL SIGNO DE VIRGO.
Venus, el amor, debe dejar de sentirse el centro de atracción que le hemos dado mientras transitó por el Signo de Leo y con objeciones o por cuestiones de aprendizaje, habrá que cumplir con la lección del autoperfeccionamiento. Ya no ocupará el centro de la escena, sino el cuestionamiento del lugar central.
Por el momento, y dado que la energía virginiana es mucho más práctica y pragmática por su componente de Tierra, no queda espacio para seguir expandiendo el sentimiento leonino de ser especiales. Al final del tránsito de Leo hemos adquirido nociones tan narcisistas del otro o de nosotros mismos, que llega el momento de apoyar los pies en la realidad y empezar a medir proporciones más justas.
Como resultado de esta actitud, puede suceder que caigamos en la noción de nuestras actitudes narcisas, -el no comprender por qué no nos aman si somos fantásticos-, a pasar al análisis minucioso y concienzudo de nuestros desbarajustes emocionales.
Si ya existe una predisposición al masoquismo en nuestras Cartas Natales, podríamos llegar a tomar ahora actitudes de autopunición en castigo por nuestros excesos o nuestras faltas. En palabras simples, tenemos que "jodernos" por ser o no ser tan...xxx. Siempre podríamos encontrar una excusa para martirizarnos y hallar defectos desde nuestros pies a nuestra cabeza, en nuestra forma de ser o en la punta del dedo gordo. Por este motivo, en relación al otro, tenderemos a colocarnos ahora por debajo y desarrollar actitudes "geishas" intentando aprender más a dar placer que a recibirlo.
Si ya tenemos en nuestra Carta Natal alguna indicación que nos coloque en situaciones culpógenas, podríamos tranquilamente meternos en vínculos que tengan componentes ciertamente masoquistas. En general, experimentar todo tipo de humillación puede ser un modo de asimilar el amor a la postergación, llegando a reprimir cualquier necesidad amorosa o volviéndonos críticos con toda imperfección en el otro a un punto sádico.
Como vemos, Venus en Virgo no la tiene fácil, al menos hasta que aprende que es mejor diluir el criticismo en la compasión y salir de la cabeza para avanzar a la trascendencia.
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