LA LUNA Y SATURNO: por mi culpa, por mi culpa.
Con una Luna que aspira a elevarse por encima de las limitaciones de la materia, es esperable encontrarnos con varias formas de religiosidad. Sin embargo, las religiones del hombre difieren de lo que verdaderamente lo re-liga e con su naturaleza. Re-ligar el cielo y la tierra, poco tiene que ver con el pecado, la culpa, el martirio y la expiación, Todas esas caracterísitcas son nacidas de considerar lo terreno como un martirio y eso está lejos de la felicidad de vivir a lo Sagitario.
Este es un momento en el que podemos ver de cerca esta cualidad de "obligatoriedad" o de un exceso de deber que se extiende por sobre un real sentido de fe o devoción, pudiendo ser la imagen la de una monja de clausura o la de esas mujeres que por castigo de haber nacido con tal género, debe soportar ser "castrada" o mutilada en su sexualidad, -Marte se acerca a Saturno-.
La Luna y el dios del tiempo generan un acercamiento temeroso a preceptos que son más bien "mandatos". La cuestión será dirimir si su cumplimiento nos lleva a la felicidad o por el contrario, nos lleva a alimentar a un monstruo que cada vez está más ansioso de recibir sacrificios.
El Super-Yo, -en este caso simbolizado por la ley del padre/juez/Saturno-, suele ser más sádico cuanto más intentamos obedecer. Eso sí, la cuestión no es rebelarse, sino despertar de dogmas asfixiantes y de quitar hipocresía a las propias creencias.
Este es un momento en el que podemos ver de cerca esta cualidad de "obligatoriedad" o de un exceso de deber que se extiende por sobre un real sentido de fe o devoción, pudiendo ser la imagen la de una monja de clausura o la de esas mujeres que por castigo de haber nacido con tal género, debe soportar ser "castrada" o mutilada en su sexualidad, -Marte se acerca a Saturno-.
La Luna y el dios del tiempo generan un acercamiento temeroso a preceptos que son más bien "mandatos". La cuestión será dirimir si su cumplimiento nos lleva a la felicidad o por el contrario, nos lleva a alimentar a un monstruo que cada vez está más ansioso de recibir sacrificios.
El Super-Yo, -en este caso simbolizado por la ley del padre/juez/Saturno-, suele ser más sádico cuanto más intentamos obedecer. Eso sí, la cuestión no es rebelarse, sino despertar de dogmas asfixiantes y de quitar hipocresía a las propias creencias.
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