Psicoastrologuía: Mercurio retrógrado febrero de 2020

Desde el 17 de febrero al 10 de marzo, estamos bajo los efluvios de Mercurio retrógrado en Piscis. Si bien aquí es incongruente y muy delirante, poético, adictivo, posee la cualidad de ver eso que nadie ve, que no tiene explicación pero que es el "despertar" de muchos místicos.

Obviamente que retrogradando, suele traer algunas malas noticias si es que no nos hemos percatado de que la comunicación literal, no existe, de que no siempre estamos con la objetividad al palo y de que la razón por la noche duerme y de día bosteza muchas veces sin que nos demos cuenta.

Con este Mercurio pueden caer en nuestro bolsillo deudas pendientes, goteras a reparar, escapes de agua, de gas o de todo eso que no se ve pero allí está para jodernos la vida.

Mercurio en Piscis será un detector sutil de vibraciones que indican que "algo no anda bien pero no sé que es" y si uno tiene rasgos plutonianos o alma de investigador, desconfiado u obsesivo, quizá se empeñe en descubrir a donde está la trampa y la descubra.

Durante este tiempo, es un clásico perder un negocio, hacer uno con quien uno no debe hacerlo o comprar fakes de todo tipo: desde noticias hasta un medicamento, una receta o un artefacto que jamás va a usar. También es casi lo más frecuente, que se descomponga algo; solo que esta vez la descomposición puede lanzar un tufillo que indica que se está pudriendo, desgastando y que hay que arrojar luz en el fondo de ese océano en el que creemos ver una sirena en la silueta de un tiburón.

No se asuste. También puede ser un excelente período de introspección, de comprender ese metalenguaje que sin saber como, ve detrás de lo que se muestra. Es muy bueno para recolectar imágenes del inconsciente y trabajarlas en terapia, pero es peligroso por el nivel de proyección que despierta hacia quienes tenemos entre ceja y ceja.

Por fin, un consejito aunque nadie lo pida: descarte definitivamente de su vida lo que no tiene un sentido afectivo, un significado de lo que significa la verdadera necesidad de "soltar", no como frasesita new age sino como una necesidad irreductible que se plantea hasta cuando una flor se pudre y ya no puede seguir perfumando. Aquí aprendemos que todo tiene un ciclo y algunas veces hay que cerrarlo para comenzar a ver la vida como lo que es: constante movimiento entre las olas del mar. 

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